Este 25 de noviembre, saldremos nuevamente a las calles contra la violencia hacia las mujeres, pero también contra el avance de la ultraderecha racista y patriarcal.
Esta semana se conmemora un nuevo 25 de noviembre, día internacional contra la violencia hacia las mujeres. En Chile esta fecha cobra una relevancia particular, posterior a las votaciones del domingo 21. El triunfo de José Kast en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, sorprendió e impactó profundamente. Muchas personas comienzan a hablar del miedo y el recrudecimiento de la violencia que implica para las mujeres, personas LGTBIQ+, mapuche, y migrantes el avance del ultraderechista y sus ideas. También surge un sector que habla de la necesidad de organizarse y que se reactiva dentro del movimiento de mujeres para frenar a Kast, un tipo que cree que toda niña violada debe ser obligada a ser madre y que se debería revertir la ley de aborto en tres causales.
El avance de la ultraderecha posterior a una revuelta como la que tuvimos en 2019, no puede explicarse sin problematizar algunas cuestiones. La revuelta hizo temblar al gobierno asesino de Piñera y al régimen político, pero no logró hacerlos caer. La oposición claramente tiene una responsabilidad en este asunto. No solo se negaron a continuar el camino de la huelga general, sino que con Acuerdo por la Paz, los partidos desde la derecha al Frente Amplio salvaron a Piñera, con la complicidad de las burocracias sindicales. Ataron a la Convención a los poderes establecidos, y junto con la debacle de la Lista del Pueblo, contribuyeron al avance de la decepción y desmoralización, fortaleciendo a la extrema derecha. La “estrategia de la espera”, nos llevó a un punto en el cual no hemos conquistado las demandas de octubre y puede que el próximo presidente sea un “nazi criollo”.
Y es que los epítetos se justifican en tanto Kast se opone a cuestiones tan mínimas como la educación integral de género, avala la militarización y violencia de Estado en Wallmapu, y propone privilegiar el modelo de familia tradicional, excluyendo otras múltiples formas de familia, por sólo dar algunos ejemplos de su nefasto programa.
Pero, porque hubo una revuelta, es que esta realidad encuentra una casi inmediata resistencia. Una expresión de esto último es, por ejemplo, la Coordinadora Feminista 8 de Marzo en Santiago: están convocando a una Asamblea Feminista Antifascista. Esto constituye un gran acierto, considerando que hace meses no existían asambleas abiertas de la coordinadora. El movimiento de mujeres, como uno de los “fermentos” de la rebelión, definitivamente puede ayudar a politizar a sectores decepcionados o que ven las urnas como única respuesta al avance de la ultraderecha. Particularmente en sectores feminizados de la clase trabajadora, como Salud y Educación, quienes además ya se han movilizado contra las políticas precarizadoras del gobierno.
El gran peligro que existe es que todo ese sentimiento genuino contra Kast termine en una campaña acrítica hacia Boric, férreo defensor del Acuerdo por la Paz. Aún no sabemos, por ejemplo, qué alianzas va a formar el Frente Amplio para alcanzar el gobierno. Por ello, y porque gane quien gane se ha fortalecido una política neoconservadora que es necesario combatir, desde ya debemos impulsar un gran movimiento contra la ultra derecha. Para enfrentar a Kast, hay que volver a las calles con las banderas del movimiento de mujeres y de la rebelión, como lo son el derecho al aborto legal, libre, seguro y gratuito; la educación sexual integral y un sistema educativo laico y no sexista; terminar con la brecha salarial y el subcontrato; contra la violencia machista. Contra la ultraderecha más rancia, oponer nuestra lucha y organización en los lugares de trabajo, de estudio y las poblaciones..
Es momento que como movimiento de mujeres dejemos de organizarnos esporádicamente y restringir desde la CF8M a convocar marchas por hito y trabajar en la Convención. A su vez, la Convención Constitucional no puede ser un organismo que flota sobre la situación política, sino una tribuna para denunciar el programa de Kast y fortalecer la organización de las mujeres y disidencias sexogenéricas sin subordinarse a la institucionalidad, levantando una amplia alianza con sectores populares, de la juventud y la clase trabajadora.
Hoy se comienzan a convocar asambleas en diversos espacios: es posible frenar el avance de Kast. Nuestra fuerza es poderosa: lo podemos ver porque el régimen despliega mecanismos de cooptación institucional que buscan quitarnos todo filo revulsivo como movimiento. Si ponemos al centro la necesidad de la articulación del movimiento de mujeres y feministas, en un momento donde avanza la ultraderecha, podemos volver a poner sobre la mesa nuestra lucha y transformar el curso de los acontecimientos.
Este 25 de noviembre, día internacional contra la violencia hacia las mujeres
¡La ultraderecha racista y patriarcal no pasará!