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Red Internacional

ESTADOS UNIDOS VENDEDOR ILEGAL DE ARMAS. Irangate: cuando el mundo supo de la venta ilegal de armas de Estados Unidos e Israel

En medio de la crisis entre Estados Unidos e Irán, actualizamos la nota sobre el IranGate. El caso que demostró que cuando de aplastar procesos revolucionarios se trata, el imperialismo yanky no repara en medidas. Hace 33 años, en forma ilegal vendió armas a Irán -en guerra con Irak, a quien apoyaba- para sostener la contra revolución en Nicaragüa.

Lunes 13 de enero de 2020 | Edición del día

En noviembre del año pasado se cumplieron treinta y tres años del escándalo político que sacudió a la primera potencia imperialista, cuando gobernaba Ronald Reagan, el responsable político de obtener dinero de venta de armas, de forma ilegal, para financiar a los "contras" nicaragüenses, un ejército paraestatal contrarevolucionario.

Reagan era considerado, al igual que Donald Trump, un oustsider de la política norteamericana, cuando asumió primero como gobernador de California en 1967, y también cuando llegó a la presidencia de Estados Unidos en 1981.

También como el actual presidente republicano era un ferviente defensor de Israel y su política criminal y opresora hacia los palestinos, además de detentar ideas xenófobas y machistas. Pero el mundo en el cual gobernó el “ex vaquero hollywoodense” era muy distinto al actual. Eran los últimos años de una Guerra Fría contra la ex URSS y el “terror” del comunismo era agitado por las potencias occidentales.

Ronald Reagan

En Nicaragua, gobernaba el Frente Sandinista de Liberación Nacional, que derrocó al dictador Anastasio Somoza. EEUU además de dar entrenamiento militar – vía la CIA- a los "contras" que tenían el objetivo de derrotar al sandinismo, también los financiaba.

El Frente Sandinista, que se basó equivocadamente en una estrategia guerrillera y nunca buscó romper definitivamente con la burguesía y expropiarla, había llegado al poder como producto de un enorme proceso de movilizaciones de campesinos y trabajadores rurales. Eso era lo que Reagan no podía permitir.

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Así como Estados Unidos dio ayuda política y financiera a los golpes de Estado en Latinoamérica (región que siempre consideró su patio trasero), también buscó la manera de financiar a un ejército contrarevolucionario.

Fue así como en forma secreta, el Gobierno de Estados Unidos ideó el plan de venderle armas, vía su socio menor y agente en Medio Oriente: Israel, al régimen de la revolución Iraní de los Ayatolah.

Mientras al mismo tiempo la principal potencia imperialista apoyaba a Irak en la guerra para desgastar la revolución iraní. Es conocida la frase de uno de los "halcones" asesores de Reagan, Geoffrey Kemp, cuando a propósito de Sadan Hussein, dijo: "sabíamos que era un tirano, pero era nuestro tirano".

Años más tarde, se convertiría en el enemigo público número uno de Estados Unidos cuando en la presidencia de George Bush (h) la mentira de que Irak poseía armas de destrucción masiva, fue la excusa para invadir ese país. Quien había sido el tirano favorito del imperialismo yanky, en 2006 terminó sus días en una horca.

El plan de la venta de armas a Irán fue ideado por miembros del gobierno republicano de Reagan, más precisamente el Consejo de Seguridad Nacional –el órgano asesor de la Casa Blanca en cuanto a seguridad se refiere-.

El objetivo final: conseguir financiamiento para los "contras" nicaragüenses (la guerrilla contrarrevolucionaria, de ahí su nombre, que combatía al sandinismo), cuestión que estaba limitada hasta para las leyes del Congreso norteamericano. Pero ese obstáculo legal no podía ser un impedimento para la CIA y el gobierno imperialista. La excusa fue lograr la liberación de siete estadounidenses retenidos por milicias musulmanes chiitas en el Líbano.

Fue un escándalo de proporciones mundiales.

La "contra" nicaragüense

Todo salió a la luz, en octubre de 1986, cuando un sobreviviente del derribe -por parte de los sandinistas- de un avión de carga proveniente de El Salvador, reveló que llevaba a Nicaragua un suministro de armas para la "contra" por cuenta y orden de los EE.UU. El ex presidente Reagan negó que su gobierno tuviera alguna conexión con ese armamento.

La primera maniobra para “desmarcarse” de esa operación ilegal fue echar al secretario del Consejo de Seguridad, el Teniente Coronel Oliver North, con el argumento de que había actuado como facilitador de esa transacción, sin el conocimiento ni consentimiento de la administración del quien ya dos años antes, atacó con saña a la clase obrera de su país: un lector avezado en las luchas del movimiento obrero internacional, recordará la histórica huelga de los controladores aéreos.

Teniente Oliver North

El ex actor hollywoodense, convertido en presidente de la principal potencia imperialista, allá por 1981, declaró su propia "guerra" a la lucha de trabajadores por defender sus conquistas. La derrota de esta lucha posibilitó profundizar la flexibilización laboral al conjunto de la clase obrera norteamericana. En 1985 Margaret Thatcher logra derrotar, después de 1 año, la histórica huelga de los mineros británicos. Estos dos hechos marcaron el comienzo de la imposición de las políticas neoliberales.

Evidentemente Reagan al salir victorioso de esa “batalla”, y para asegurar su patio trasero, y evitar así un proceso revolucionario, se sintió con la suficiente impunidad para ocultar pruebas, mentir ante el pueblo norteamericano y a los medios nacionales e internacionales. Mientras que para ello, entregaba la cabeza de quienes integraban la máxima conducción del Consejo de Seguridad, sus cómplices en esta operación ilegal y contrarrevolucionaria.

Fue tal el escándalo, que el parlamento norteamericano se vio obligado a conformar un comité que llevó adelante una investigación, con algunas sesiones televisadas, pero la mayoría de ellas a puertas cerradas.

Encuestas de aquel año encargadas por el diario The New York Times arrojaba que el 56% de los norteamericanos no le creía a Reagan y opinaba que el republicano sabía sobre el desvío de dinero hacia la "contra" nicaragüense. El semanario Time tenía un resultado que llevaba ese porcentaje al 58%.

Por sobre todas las cosas, tanto los republicanos como los demócratas comprendieron la necesidad de lavarle la cara a lo que es la política exterior norteamericana: no reparar ni en sus propias leyes cuando de conveniencias geoestratégicas se trata, pero sobre todo de aplastamientos de procesos revolucionarios.

Varios funcionarios fueron juzgados y encontrados culpables, pero no cumplieron las condenas debido a que en 1992, George Bush padre –vicepresidente de Reagan en sus dos mandatos- cuando fue electo presidente, los indultó. Al mismo Reagan, si bien el comité investigador planteó que no podía desconocer todos estos hechos, no le probaron ningún delito.

El rol clave del Estado de Israel en la venta de armas a Irán

El IranGate estalla en noviembre de 1986, pero diversos documentos atestiguan que el Estado de Israel ya dos años antes había comenzado la venta de armas norteamericanas a Teherán.

Luego, la administración Reagan enviaba nuevo equipamiento a su socio menor en Medio Oriente. Así, Irán recibió misiles anti carros; ametralladoras; repuestos para aviones; equipamiento de radares; municiones; equipo de comunicaciones; depósitos de combustibles; cazas F4 y F14.

Estas operaciones de venta de armas debían permanecer secretas, por lo cual el Estado sionista de Israel ignoró sus propios controles establecidos por el Ministerio de Defensa y creó un comité integrado por altos dirigentes para comandar la operación. El primer Ministro de aquel entonces, al frente de ese comité era el laborista Shimon Peres.

Shimon Peres dirigiéndose a la Brigada Nacional en 1986

Una vez más la CIA y el Mossad (Servicio Secreto israelí) operaban juntos, en este caso fomentando una guerra fratricida entre Irán e Irak y por otro lado, "por abajo", cumplían uno de los principales objetivos de Estados Unidos: lograr financiamiento para la "contra" nicaragüense.

Cuando todo esto sale a la luz, el Estado colonialista de Israel solo realiza un informe oficial y declara que aceptó ser intermediario de EEUU, a petición de su presidente y en pos de liberar a los ciudadanos norteamericanos detenidos (algunos también con nacionalidad israelí). El comunicado lanzado a la prensa mundial el 27 de noviembre de 1986 cínicamente planteaba que “Israel mantiene su política general de no vender armas a Irán”.

Esta es la historia de la “diplomacia” tras bambalinas de la principal potencia mundial y sus aliados, como Israel, que no repararon, ni reparan en hacer uso de sus servicios secretos, la venta ilegal de armas, quebrantamiento de sus propias leyes o asesinatos de líderes políticos y militares en territorio extranjero, como vimos recientemente con la muerte de Soleimani.

Todo con el fin de derrotar procesos revolucionarios, crear fenómenos monstruosos que siempre se vuelven contra sus pueblos -como Osama Bin Laden y el Isis que tuvieron esa marca de nacimiento-, o buscar preservar su hegemonía -debilitada por cierto-, como estamos viendo ahora en Medio Oriente.

En nuestra región el plan Cóndor de las dictaduras sudamericanas lo atestigua, así como la invasión de Playa Girón, realizada por contrarrevolucionarios cubanos en 1961, también apoyados y financiados por el país del norte.

Entonces los esfuerzos para financiar la guerrilla que buscaba aplastar el levantamiento de trabajadores y campesinos nicaragüenses no fue la excepción.

Las mentiras y doble vara diplomáticas, los atentados, las guerras, apelar a la ruptura de sus propias leyes para ayudar a frenar revoluciones. Todo es parte del arsenal del que puede llegar a hacer uso el imperialismo norteamericano, cuando de preservar sus intereses se trata. El IranGate es una clara muestra de eso.

Por eso es acertado decir que EE.UU representa el principal Estado terrorista del mundo.


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